Cierro los ojos...
La arena caliente besa mis pies,
el mar acecha mi cuerpo desnudo.
El sol brilla a lo lejos,
y me mira, impúdico,
mientras yo le hago un guiño
en respuesta a su mirada ávida de besos.
Mi corazón amarillo no late,
y en mi mente,
las ideas arañan mi cabeza,
y me desgarran el alma,
y parten mi corazón en dos,
y el que había sido sólo un nombre
se convierte en un laberinto de letras sin dueño.
Mis manos de hielo
dibujan ríos de sangre
sobre un corazón vencido.
Y me siento como una araña
atrapada en su propia red,
pues caí en mi propia trampa.
Quiero volar alto
y tocar las estrellas.
Quiero sumergirme en las aguas,
y soñar que soy una sirena.
Quiero viajar,
y besar la piel de la tierra.
Quiero escribir,
y contarle al mundo lo que siento.
Quiero cantar,
y esculpir en el aire un sueño.
Quiero pintar,
y robarle sus colores al universo.
Quiero vivir,
y gritar que estoy muriendo...
Necesito sentir, tocar, mirar,
oír, cantar, reír, llorar,
besar y amar
cada parte del mundo,
cada boca que ríe,
y todos los ojos que me miran tristes,
y todos los pechos que guardan una pena...
Encontrar quien me muestre el camino a una estrella...
Pero sólo soy un pobre pajarillo,
una pequeña flor
en una jaula de dolor y soledad.
Por eso, cada vez que la noche llama,
me gusta llenar de sueños mi almohada,
y sentir, besar y amar
tierras lejanas.